martes, 27 de septiembre de 2011

La sangre del migrante

Quiso escapar pero no pudo. Quiso haber trepado más rápido para no caer entre la vía y que la bestia no atrapara su pierna triturandola en un dolor indecible. Entonces lo único que realmente quiso fue no haber salido nunca de su tierra.

Había salido hace días de algún lugar de centroamérica. Daba igual que fuera Honduras o El Salvador. Herido dijo ir camino a Oaxaca pero la contradicción obvia en su ruta cargada al norte lo llevó a Puebla.

-Por ahí llegó uno de tus paisanos que va a pasar a cirugía-

También daba igual que se llamara Wilmer, Harold o cualquier nombre que el santoral no conoce. Aunque no quisiera, todo delataba su origen.Nos vimos en urgencias y después, en quirófano.

La hemorragia había sido cuantiosa  y era mandatorio trasfundirlo. Mientras el lento goteo entraba en su brazo suspiró apenas. ¿Que pasaba por su mente? Volteó a los lados y dijo apenas para si como en secreto:

-Ahora también yo tengo sangre mexicana.-

Muchos meses y kilómetros después, un día frente a times square y apoyándose en un baston, se encamino hacia un grupo de migrantes. Ya no era ajeno en esa tierra. Allá decía que era medio mexicano. Nadie de sus compañeros entendió por que.

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