miércoles, 20 de abril de 2011

Del otro lado




En este camino plagado de abrojos hay días que uno puede hacer una pausa .  Pero no para rendirse .Sino para tomar un respiro y seguir adelante. Aunque lo haya hecho cientos de veces. Aunque haga lo mismo varias veces al día. Aunque ninguna me falle. Siempre es un reto nuevo, una prueba de la que todos -no solo yo, ni mi ego- deben salir airosos. De nada vale ser tecnicamente perfecto si no se deja algo de cariño en lo que se hace. 

Gracias compañeros, por dejarme una esquinita en la foto de su historia. Por estar en el nacimiento de su hijo. Del postoperatorio que se llenó de alegría. Por que nadie se acordó del dolor. Por la analgesia peridural que se fue desgranando en muchas sonrisas. Por su gratitud que, al mismo tiempo, no tengo manera de agradecer.

El reto del acróbata no es repetir lo mismo cientos de veces, sino de hacerlo bien, todos los días. Hasta con los ojos cerrados. En sueños. Cerrar los ojos, aislar el campo y entregarse, como en un acto sagrado, al ejercicio, a aquello que provoca los aplausos, pero que a nadie deja tan satisfecho como a el.

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