Me puse a recoger mandarinas toda la tarde. Unas cuantas se rompieron al chocar con el piso de tan maduras, pero las más verdes cayeron con un chasquido suave.
Resistieron. Fueron la mayoría.
Llegará el día en que estén dulces, frescas, en que su aroma llegue hasta el corazón y en él, a todos los sentidos. En que alivien este otoño de repente caluroso.
Pensé que bueno es andarse a veces por las ramas como ellas, bien lejos del suelo.
Ahí es donde -en silencio y con paciencia- se cosechan los mejores frutos.
Y cómo no, pensé en ti.
Pienso en todo esto como una botella que lanzo al mar. La sello y le doy un beso. Que lleguen pronto a tus costas.
Este blog nace de la inquietud de compartir lo que pasa todos los días en el entorno hospitalario, duro, emocionante, árido a veces. Bienvenido al quirófano.
martes, 24 de noviembre de 2015
De tardes y mandarinas...
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