martes, 23 de octubre de 2012

Belisario, el medico, en su día.






Penetrad en vosotros mismos, señores y resolved esta pregunta: ¿Qué se diría de la tripulación de una gran nave que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso, nombrara piloto a un carnicero que sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al capitán del barco?
Vuestro deber es imprescindible, señores, y la Patria espera de vosotros que sabréis cumplirlo.


(Sen. Belisario Dominguez, 23 de septiembre de 1913)





No debe extrañar que en este blog con cierta frecuencia se hable de historia, de luchas, de opositores. De quienes defendieron con hechos sus ideas mas limpias.

Belisario Dominguez no fue la excepción. Fue médico, nacido en el corazón del sureste mexicano, en la pobrísima Chiapas. En Comitan, que también vería nacer a Sabines (a Jaime, el poeta, esa es otra historia...)

Hoy en mi país conmemoramos con mas pena que gloria, el día del médico. Seguramente será un día de felicitaciones huecas a cargo de quienes ostentan los cargos mas altos del gobierno, quizá se inaugure algún hospital y nos agradezcan entre dientes nuestra "vocación".

Pero volvamos con Belisario. Bélico y noble en tiempos muy difíciles para México. Estudió medicina en La Sorbona cuando hacerlo en Francia era privilegio para muy pocos. Regresó a Comitan donde su altruismo y generosidad ganaron el corazón de sus paisanos. Con el tiempo comprendió que una manera de servir a los demas pasaba por la participación política y fue liberal, critico muy duro de la dictadura porfirista. Atisbos de la revolución que pronto habría de comenzar...

Cayó el dictador, pero el sueño democrático pronto sería abortado en medio de muertes cobardes, comenzando con la del presidente Madero y el vicepresidente, Pino Suarez. Usurpa el poder para entonces un militar ebrio y cínico: Victoriano Huerta, afin a los intereses norteamericanos, entre otros.

Para entonces el Dr. Dominguez es senador por Chiapas, viudo, acompañaba en la Ciudad de México los estudios de uno de sus hijos. Son notables sus discursos abiertamente opositores al régimen traidor de Huerta llamando incluso a las armas en contra del golpista. Sin miedo, de frente. Nunca se arredró ante el talante sanguinario del enemigo...

La respuesta no tardó mucho en llegar.

La noche del 7 de octubre de 1913 un puñado de militares llega a su hotel, lo aprehende, lo conduce a un lugar apartado y lo martiriza hasta matarlo.

No está claro si antes o después de arrebatarle la vida, le cortan la lengua, llevándosela como "trofeo" a Victoriano Huerta. Belisario muere víctima del odio mas enfermo.

Tiempo después cae Huerta, la revolución continua. Pero el resto es historia, y tampoco hay final feliz.

No sin un dejo de nostalgia reconozco que me hubiera gustado conocer a don Belisario. Y cuanta falta nos han hecho uno, dos, tres, muchos doctores Dominguez en estos tiempos aciagos...

jueves, 4 de octubre de 2012

Hasta siempre, Pierre Dubois




Esta escena es difícil de imaginar. No es una pose para la foto. Nadie la subió a las redes sociales. No se hizo trending topic en el twitter. El hombre parado frente al milico no es otro que el sacerdote católico Pierre Dubois, mas chileno que francés para mayores señas. No fue la primera, ni la ultima vez que hizo frente al horror de la dictadura pinochetista. En su cara, sin armas.
Una de las mejores y mas vivas expresiones de aquello que dice "nos tienen miedo, porque no tenemos miedo"
Destaco esta imagen porque su fiel vehículo no era otro que una buena bicicleta, seguro que no iba artillada y no llevaba mas protección que la divina en épocas muy duras no solo para Chile sino para Latinoamérica. Cosa de imaginarse a Pierre a dos ruedas por el rumbo de La Victoria lo mismo en labores propias de su ministerio que defendiendo a riesgo de su propia vida la de otros (esto también es difícil apartarlo de su esencia de cristiano, desde luego)
Se fue Pierre apenas hace unos días, en Santiago. Y ahí se queda para siempre.
Acaso sea uno de los primeros santos en bicicleta, no lo sabemos. Lo que si queda claro es que la santidad es un estado, en vida, desde el cual el amor se manifiesta al extremo.
Aunque allá en Roma luego ni se enteren.