Todo empezó con la curiosidad. Y con el hartazgo del trafico y el ruido de las bocinas de los coches en unas calles tan pequeñas y congestionadas como las de mi Oaxaca. A esto agreguese que cualquier hijo de vecino con o sin fundamento "protesta" cerrando calles con los motivos mas variopintos: falta de agua, servicios, inundaciones, y la inconformidad mas absurda que a usted, estimado lector, se le pueda ocurrir. Son maneras realmente primitivas, a mi ver, de llamar la atención (para mal).
¿Menciono un motivo mas? ¡El económico! Yo no se si ustedes lo sepan, pero desde hace algunos años los combustibles en Mexico suben puntualmente de precio cada mes, lo que según el gobierno es para "igualar" el costo que la gasolina tiene en USA. Lo anterior es una verdadera barrabasada pues en nada se comparan los sueldos de aquel lado de la frontera que de este.
No sin pena, admito que no recuerdo cuando fue la ultima vez que me había subido a una bicicleta. Fácilmente tiene mas de 10 años. Fue hasta que la cuenta de mi edad (que cada vez se aleja mas y mas de la adolescencia) me hizo admitir que estoy en una edad en que gravemente es frecuente escuchar de que "fulano se infarto, y tenia 40". Nuestro gremio no es para nada la excepción sino uno de los mas afectados por el sedentarismo, el stress y la sobrecarga de trabajo en uno o varios centros hospitalarios. Sin contar con el sobrepeso y el tabaquismo que afectan a no pocos compañeros médicos, y anestesiólogos desde luego.
Vivo en una ciudad pequeña, pero que se vuelve inmensa de atravesar en horas de trafico cargado, o bien, cuando alguno de los arriba mencionados tiene a bien bloquear uno o varios puntos de la vialidad. Entonces todos nos "engorilamos" lo mismo contra el gobierno que contra el teléfono, el compañero de junto o con el calor veraniego que no baja de los 32 grados centígrados a la sombra.
Finalmente me hice de mi bicicleta que si bien no era tan barata como yo lo recordaba me agrado mucho desde su diseño, su color, su aire tan "vintage" y su comodidad. Subirme en ella inevitablemente me traslado a mi infancia en que no buscaba el "ejercicio cardiovascular" sino el juego y las carreras con los amigos, las caídas y los codos raspados. Ahora lo hago por diversión sin duda, pero también para trasladarme al trabajo y a donde necesito hacerlo si la lluvia no me lo impide (3,5 km de casa al trabajo, nada despreciables) y no miento cuando digo que he descubierto una manera nueva de quedarme a solas conmigo en el camino, mientras pedaleo he descubierto que mi ciudad es mas bella rodando en bicicleta, pasando por donde los automóviles no llegan, sintiendo el fresco del viento en la cara. Y llegando de buenas al trabajo o a la casa, acaso por las endorfinas a tope.
Sin embargo no todo ha sido fácil. El ciclista urbano enfrenta un clima hostil en las calles donde un automovilista se enfrenta con otro y este con un chofer de autobus y luego a su vez con un motociclista imprudente. La cadena es larga, y el ciclista, el eslabón mas frágil que pisa el pavimento. Es el bicho raro al que algunos ven como "plaga" que crece quizá poco, pero si de manera sostenida.
Baste un ejemplo de ello, en la Ciudad de Mexico.
“Voy a hacer una invitación a todos los automovilistas consientes de este Distrito Federal ante lo que yo llamo la nueva plaga que está a punto de causar daños severos en el Distrito Federal, los señores estos no sólo los que circulan en bicicletas propias sino esta plaga que se creen europeos, se creen franceses y no señores ustedes no son franceses, son mexicanos, con todo lo que ello implica, no están ustedes en Paris, en Champs-Élysées. ¡No señores! están en esta selva de concreto, por eso yo los conmino a ustedes cuando vean una nube de esta nueva placa de estas langostas, lánceles el vehículo ustedes de inmediato, no les den oportunidad a nada, aplástenlos para ver si así entienden”: analista Ángel Verdugo, comentario público en Grupo Imagen. (Radio) Agosto de 2011.
Vale decir que este comentario le costo el empleo al locutor en cuestión. Sin embargo no es una minucia, es el pensamiento discriminatorio y agresivo de muchos, en muchas ciudades.
Hablando de mi ciudad, el hecho de ser pequeña permite que las distancias sean cortas y puedan salvarse sin mayor problema en bicicleta, sin embargo la planeación anárquica de las calles, los sentidos del transito, el numero creciente de automóviles (particularmente no me explico que hacen tantos y tantos taxis dando vueltas por la ciudad) hacen que mas de uno nos hemos sumado a los ciclistas que no éramos, y que poco a poco, recuperamos una manera sencilla, amable y ecológica de tomar la ciudad que nos pertenece en su historia y su belleza.
He aprendido en este poco tiempo que salir en bicicleta lejos de ser una moda es un abierto acto de rebeldía frente al consumismo, que nos da muchas cosas, pero también nos las quita. Es mas cómodo e hipócrita sentarse frente al televisor a ver en full HD a los atletas en la olimpiada que salir a caminar 15 minutos. Es mas banal y presuntuoso andar estrenando un auto de 6 u 8 cilindros que viajar al menos, en transporte colectivo. La bicicleta nos devuelve los latidos al pecho, la experiencia de sentir la respiración acompasada, el sudor que se enfría y refresca al paso del viento. Cuando es en grupo es una grata convivencia en quienes creemos, a nuestra manera si así quiere verse, que otro planeta, que otro mundo es posible. A poco, ya los ciclistas en mi ciudad se organizan en paseos nocturnos periodicos por el centro historico de la ciudad, aun cuando son vistos como rara avis, cuando no hay quien se acostumbre aun a vernos llegar e irnos en bicicleta del trabajo, cuando para la autoridad somos un cero a la izquierda en sus proyectos de desarrollo.
Se que no estoy en Europa, donde el ciclista es respetado pues las vialidades y las leyes que las regulan alientan el uso de la bicicleta. En Oaxaca tiene cuando mucho un mes que se instalaron ¡3! sitios donde aparcar y asegurar la bicicleta. No hay hasta ahora una sola ciclovia. No es solo el anhelo del ejercicio ni la vacuna contra las enfermedades cronico-degenerativas como la diabetes y los males cardiovasculares sino una contribución pequeña -pero no por ello insignificante- hacia el uso de energía mas limpia. Como la propia.
Por lo pronto no veo la hora de pasear con mi esposa y mi hija en bicicleta. Me hace ilusión, y mucha, la idea de dejarle un mundo mas limpio. Son ellas quienes tienen el mérito de impulsarme al uso de la bicicleta.
En mi timeline de twitter (@agonistapuro) pueden consultarse diversos apuntes, vídeos, fotografías y hasta libros para uso de quienes estén interesados en el ciclismo urbano.
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