Junio suele ser el mes en que los cursos terminan, y al menos para un buen numero de estudiantes de quinto año son los días de la antesala al internado de pregrado.
Quienes pasamos esa etapa podemos recordarla con una sensación de poder, omnipotencia pero en mi caso por una fuerte cosquilla de angustia. ¿Ilusión por ser medico? Esa permanece intacta todos los días. Al paso del tiempo el juicio aprende a templarse y lo superfluo sedimenta. El corazón no deja de sentir pero "agarra callo" para no lastimarse cuando la adversidad aparece...
Para algunos el año como interno es solamente un tramite en pos del diploma, sin sentimiento alguno, para otros -ojalá que para la mayoría- son los fogueos iniciales de una forma muy particular de entender la vida, las relaciones humanas, el dolor, la muerte y todas las aristas imaginables que entre ellas despunten.
Por ahora solamente los veo... a poco mas de 10 años de haber estado en su lugar, no puedo evitar tararear mentalmente "en la alegría de ustedes...distinguí mis promesas, y todo me parece que empieza".
Cuanto sentido le encuentro ahora a esas palabras.
Desde algún lugar del quirófano, mi respeto y admiración.
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