Todos estamos hechos de marcas. cicatrices profundas. Rasgos y rasguños. Vivencias pasadas que desembocan en el hoy.
No todo en nosotros es conocimiento. La inteligencia de las emociones fraguada en tantos años del golpeteo constante del hospital han hecho que aquel que sufre, el otro, sea para siempre parte de mi.
No puedo ser yo si no me encuentro en el otro. si no me reconozco en su dolor y su incertidumbre. Su desesperanza también me envuelve y en vez de secarme, me arropa.
No tengo en la mano todos los remedios ni todas las respuestas. No siempre estoy dispuesto a renunciar a lo mío.
Sucede que a veces uno también se cansa.
Ya no soy yo. Soy las noches de frío con el paciente grave. Soy la soledad que vive en los pasillos del hospital. Soy todos los que vinieron antes de mi. Que cruzaron por aqui. Soy el dolor que cede y desaparece también. La mano que se estrecha antes del encuentro con la eternidad.
Soy tu. Tu médico. Y tu enfermo.
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